martes, 25 de abril de 2017

AGR-Clarín: respuesta a un balance desbalanceado del MST


El MST publicó un balance sobre el conflicto de AGR plagado de falsedades e incongruencias.

El MST publicó un balance sobre el conflicto de AGR plagado de falsedades e incongruencias en el que sostiene que el mismo es “una crítica a la política de la Lista Naranja Gráfica y el Partido Obrero, que dirigieron este conflicto con mal resultado hasta llegar a la entrega de la llave”.

En primer lugar, hay que destacar que con el uso del pretérito el MST entierra la lucha de los compañeros que bancan el acampe en la puerta de la fábrica, que se movilizaron a la UIA y al Ministerio de Trabajo y que el miércoles marcharon hasta la redacción de Clarín por la reapertura de la planta, en defensa de los puestos de trabajo, el convenio y la organización sindical. Dar por cerrado el conflicto sólo tributa al relato que las patronales y la burocracia pretenden intencionadamente instalar en el gremio (y en el movimiento obrero).

Lo de “entregar las llaves” es una provocación que ningunea los 82 días de ocupación fabril y la decisión de los trabajadores de AGR de seguir la lucha con la carpa, tras el inmenso operativo policial de desalojo –que llamativamente no aparece en el balance del MST. Para este partido, los trabajadores –no el MST– deberían haber enfrentado físicamente a la policía y la gendarmería. Al MST no le importa la relación de fuerzas, cómo impacta la represión en el desarrollo del conflicto, si desmoraliza o no a los compañeros, etc. Hubieran deseado que una situación represiva brindara algunos “minutos de aire” a los voceros y/o abogados de los partidos políticos.

El MST insiste: se debía nacionalizar el conflicto a través de acciones radicalizadas. “Eso quizás hubiera llevado a enfrentamientos, pero sin acciones trascendentes el conflicto se fue aislando y cerrando dentro de AGR”. Congruente con su planteo estratégico: buscar una represión para ganar impacto mediático.

Al revés del show mediático que propone el MST, los trabajadores de AGR impulsaron una verdadera campaña de nacionalización (y de internacionalización) de su lucha, que, entre otras cosas, evitó el aislamiento del conflicto que el MST invoca.

El fondo de lucha recibió aportes de trabajadores y sindicatos todo el país. Se realizaron cortes –y festivales– en catorce provincias, a propuesta de la asamblea de fábrica. Los intelectuales y los artistas se solidarizaron de norte a sur de la Argentina, hasta el festival de Cosquín llegó la voz de los trabajadores. La Viva las luchas obreras tuvo una colocación impresionante ¡en todo el país! El Partido Obrero, aun desde antes de la ocupación, dedica un lugar destacado en sus materiales a la difusión del mismo, que llegan desde Jujuy hasta Ushuaia. Se lanzó una campaña de solidaridad internacional que ganó adhesiones de dirigentes sindicales y estudiantiles en Chile, un acto de denuncia de los compañeros del POR frente a la embajada, en Uruguay el Sindicato de Artes Gráficas junto con ADEOM (del PIT-CNT) enviaron un reclamo al embajador exigiendo la reincorporación de los trabajadores. En la misma línea se pronunció la Federación Unitaria de Sindicatos Bolivarianos del Estado de Carabobo (Venezuela), el sindicato de trabajadores públicos del ministerio de seguridad social, salud y trabajo del Estado de Rio Grande do Sul (Brasil), y los principales referentes sindicales de la prensa en Grecia. Compañeros del gremio del caucho de México y otras figuras y activistas internacionales también acercaron su solidaridad.

El MST achaca a la Naranja y al PO una “política de desgaste”. Es decir, para el MST la ocupación de la fábrica fue una medida elegida, entre otras tantas posibles, que apuntaba a desgastar a Clarín para lograr el objetivo de reabrir la planta.

La ocupación de fábrica fue la respuesta de los trabajadores a lock out patronal. Medida que se venía preparando en la conciencia de los compañeros, con una rica experiencia de luchas tras la conquista de la Comisión Interna. La ocupación fue el fruto de una experiencia colectiva, que muestra un grado altísimo de madurez política. Fue la respuesta de un conjunto de trabajadores organizados a un brutal ataque patronal en defensa de sus puestos de trabajo. Fue el punto de partida de una lucha ejemplar contra el ajuste de la burguesía, que señala un camino al resto de los trabajadores.

De todas maneras, este punto no es más que una voltereta para volver a insistir, ¡en las "acciones radicalizadas"! que, además, forzarían a una resolución rápida del conflicto. El MST agrega que era oportuno hacerlas para “aprovechar la coyuntura nacional claramente favorable en la que se daba el conflicto, de ascenso de las luchas populares y desgaste del gobierno”.

Los compañeros de AGR ocuparon la planta el 16 de enero, en pleno período de vacaciones, cuando la CGT informaba 400 mil despidos, se venía del veto a la ley de ganancias y se firmaba el acuerdo de Vaca Muerta como un camino a emular en la industria para romper con la organización gremial, las conquistas obreras y los convenios colectivos de trabajo bajo la consigna “bajar los costos laborales”.

La ocupación de AGR fue precedida por la ocupación del Conicet y se colocó de entrada como referencia de todos los sectores de trabajadores que se oponían al ajuste. Desnudaba la vergonzante tregua sindical de las centrales obreras y el rol de los pseudo opositores, especialmente del FPV que se llenó la boca 12 años despotricando contra Clarín pero cuando se organizó un conflicto sindical contra el monopolio se borraron del mapa. Más tarde, la ocupación empalmó con la lucha docente y un marzo de movilizaciones que tuvo a los trabajadores de AGR como protagonistas de todas las jornadas. La movilización que le arrancó el paro a la CGT hizo propia la consigna “paro general” de la columna independiente de trabajadores, que encabezó AGR.

Punto seguido, el MST sostiene que “Macri es el responsable indudable del ajuste que afecta a todo el pueblo trabajador, incluido AGR. Había que señalarlo como el enemigo común y unificar a toda la clase obrera en su contra”. Y sigue: “si en vez de limitarse a denunciarlo, se hubiera desplegado una firme campaña de exigencia y presión, al espacio K le hubiera sido más que difícil mantener su pasividad funcional a la patronal. Lo mismo en relación a la burocracia de la Federación Gráfica Bonaerense”.

Lejos de una posición faccional que insinúa el MST para justificar su lavada de cara al kirchnerismo, los trabajadores de AGR buscaron el apoyo de todos los sectores políticos, por su reincoporación y contra el lock out de Clarín. El MST en vez de denunciar a los K por no apoyar el conflicto denuncia ¡a los trabajadores de AGR!

Lo que el MST propone es dejar de denunciar al kirchnerismo como socio del ajuste del gobierno nacional. Soñar que con una campaña de “exigencias y presión” se van a colocar del lado de los trabajadores es hipotecar la lucha y atentar contra la conciencia de clase lo que, generalmente, termina en una adaptación total a la burocracia sindical y a los partidos del régimen. Ahí está el MST integrado a la burocracia michelista en ATE sin ningún tipo de delimitación o con sus socios electorales en el pasado como Juampi Cafiero, hombre del Vaticano, o Luis Juez, hoy hombre PRO. Y mejor ni hablar de su apoyo a la Sociedad Rural, en 2008, durante el "conflicto con el campo".

En cambio, los trabajadores y la Lista Naranja Gráfica le arrancamos a la burocracia ongarista el primer paro del gremio después en más de 30 años, una movilización a Plaza de Mayo y un aporte al fondo de lucha sin dejar nunca de delimitarnos políticamente y clarificar de cara al movimiento obrero el rol de la pseudo oposición y la burocracia sindical como socia del ajuste, que defeccionaron de esta lucha.

Por último, el MST considera que en AGR no hubo una “coordinación obrera genuina”. Ignora los cuatro plenarios obreros que los trabajadores de AGR impulsaron en la puerta de la fábrica, donde todas las corrientes, incluido el MST, se expresaron sin censura y los planteos allí expuestos fueron sometidos a debate en los mismos plenarios y en las asambleas de fábrica.

Un balance faccional que al único que deja en evidencia es a sus autores.

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